El tiempo no es su maestro, el amor lo es. El amor es la gracia mediante la cual ustedes gobiernan su mundo, y ustedes lo gobiernan amados. Esto pudiera parecer absurdo para ustedes que podrían sentirse los más débiles sin embargo, es muy posible que hayan gobernado su mundo con la urgencia del momento; es muy probable.

Atrapados en el tiempo la urgencia les sirve de carburante. Llevan sus vidas conducidos por lo que marca un reloj. El tiempo les alarma, les pone todos nerviosos. El tiempo es un maestro de tribuna y les dice cuando remar y a qué ritmo. El tiempo es algo que tiene fin.

El amor tiene un temperamento equilibrado. El amor y el tiempo están a kilómetros de distancia. El amor no tiene horario. El amor es una muestra del Infinito y de su otra faceta, la Eternidad. El amor no tiene prisa ni disminuye su velocidad. El amor es calmado. El enamoramiento es emocionante. El encaprichamiento tiene un temporizador, el Amor no.

El tiempo tiene su vista puesta en el futuro. El amor se encuentra inmerso en el amar en este momento Infinito. El amor es sentarse junto a un arroyo azul hermoso que salpica su cara con el agua, y ustedes cobran vida con todo el amor del Universo.

¿Ustedes no pensaban que el amor era algo personal solo entre ustedes y otra persona verdad?

Sí, consideren el amor como si fuese el agua en la que nadan; refrescante, revigorante, calentada por el Sol, templada por la brisa. El amor, como ocurre con el agua, es sumamente fácil moverse a través suyo. Ustedes se sientan a la orilla del amor y su corazón es feliz. A menos que ustedes sean felices, entonces lo que les gusta llamar amor, incluso gran amor, no es más que una tormenta en un vaso de agua.

No estoy hablando de amor como algo que guardan para ustedes y con lo que les gusta manipular a otros, sino de amor como lo que son, que fluye naturalmente desde ustedes sin pedir nada a cambio.

El amor no pide para sí mismo. La felicidad del amor está en dar no en acopiar cosas. ¿En qué dirección se mueven sus manos tomando para si, o dando?

Seamos realistas queridos. Ustedes son unos aficionados del amor. Ciertamente ustedes no son unos expertos. Quizás en teoría ustedes sepan algo, sin embargo, la teoría no es lo mismo que la existencia. Para amar realmente dar amor desde sus corazones les relaja. El amor no incrementa tensiones. La atención que ustedes enfocan sobre el tiempo, y el hecho de que su corazón tenga una sensación de vacío sin un ser querido, es una obra teatral de fantasía que ustedes dirigen.

Cuando ustedes le dan leche a su bebé no le pide un ¡Gracias!; ustedes lo dan sin necesidad de recibir nada a cambio. El acto de dar es un placer suficientemente grato. ; no buscan más. Ustedes tienen la oportunidad de vivir en el amor. Ustedes viven la simplicidad del amor sin complicaciones ni complementos del amor. Sus corazones se agitan y sin embargo, permanecen en calma. Nada está en peligro; ciertamente no sus corazones. Ustedes dan desde el corazón, y el corazón se llena con más amor. Se trata de las matemáticas en su máxima expresión. Cuanto más dan, más tienen. Esos problemas de matemáticas que tienen en la escuela acerca de cómo ustedes pueden regalar tantas manzanas y el número de manzanas con las que se quedan están completamente equivocados.

El objetivo de dar es dar sin contar; así que no hay cadenas ni expectativas a las que adherirse para dar como si estuvieran en medio de un problema de matemáticas.

Dar no es un problema de matemáticas, dar es llenarse. Cuanto más amor dan, más tienen. Escriban eso en sus corazones cincuenta veces hasta que lo vivan.

La pregunta en cuestión en la vida no es: "¿Qué obtengo de vuelta?" sino mas bien: "¿Cuánto estoy dando, y dando libremente sin ninguna idea de obtener nada a cambio".

El placer de dar es dar. No hay más que eso.