Mitad retienes y mitad olvidas cuando se trata de tus seres queridos quienes pasaron a otra dimensión y aparentemente te dejaron atrás. Quieres superar tu pena, pero quieres recordar a tus seres queridos y a todo lo que había para ellos en tu corazón. No quieres olvidar tu amor por ellos ni el de ellos por ti. Y entonces recuerdas. Y cuando los recuerdos se van, haces un duelo también por su pérdida.

Tarde o temprano los seres queridos que partieron son reducidos a un recuerdo ocasional, de vez en cuando, quizás es solamente un párrafo o dos, o una oración o dos, quizás su nombre. Te gustaría volverlos a la vida, y te gustaría aferrarlos a tu memoria. Si pudieras, los evocarías.

Ellos siguieron con sus vidas y tú también debes hacerlo. No se han olvidado de ti. Su amor por ti se difunde más y más. Te rodean con su amor. Secarían tus lágrimas. Te harían reír en lugar de llorar. Les gustaría captar tu atención con alegría.

No te olvidan. Ni hacen duelo. Desde una perspectiva más amplia, ven muy bien. Saben que no hay nada por lo que enlutar. Son muy concientes de que sólo lo físico cambió, y saben que lo físico es sólo físico. Saben que lo físico es una manifestación de algo. Es una manifestación de amor, pero una manifestación es sólo una manifestación. Por supuesto, la manifestación de amor te importa más que lo que puede ser descripto. Aún así, tu ser querido solo fue una manifestación de amor. Lo físico pasa. El amor permanece.

Nada puede interrumpir al amor. Es solo que el amor ya no está envuelto. No está encintado, pero es amor para siempre.

¿A qué se deben las lágrimas que derramas? Por supuesto, estás sacando lo que no pertenece. El duelo no te pertenece. El duelo no es un testamento de tu amor. Es sólo un testamento de pena. No le hace honor a los seres queridos que se impusieron en un reino superior. ¿Harías realmente un duelo al final de una vida temporaria en la Tierra si supieras cuán guiados están en la luz en este momento?

Tienes la tendencia a pensar que de alguna manera su vida en la Tierra no había acabado, que tendría que haber sido más larga, que tendrían que haber tenido más bendiciones. Pero tú eras su bendición. ¿Comprendes? Todo tu amor que se llevan con ellos. No se alejaron del amor, ni del tuyo ni del de ellos. Bendícelos por el teatro en el que ahora son protagonistas.

El amor es más grande que todos los océanos de lágrimas que has hecho. Los océanos de tus lágrimas son una pequeña gota comparados al océano del amor.

Puede que te preguntes por qué existe la muerte. Y me reprochas por la existencia de la muerte. La muerte del cuerpo es un hecho de la vida. No se te mantuvo secreto. Puede que Me preguntes por qué mueren los cuerpos. Y Yo te pregunto ¿por qué debes hacer un duelo? ¿Y por qué tienes miedo?

Comprendo que extrañes a tus seres queridos. También quiero que comprendas que no entendiste.

Tu amor es más grande que las lágrimas. Mucho más grande. Basta de monumentos a las lágrimas. Hazle monumentos a la alegría.

La muerte del cuerpo no es la cosa inmensa que tú has hecho. Pero el amor, eso es otra historia. Podrías pensar que Yo cometo asesinatos. Yo asigno la vida. De una vez y por todas, acepta que no tiene un final.

La muerte te recuerda que no eres tu cuerpo. Alégrate. No eres tu cuerpo.