¿Qué es lo que tu corazón tiene para decirMe? Yo he sido por ahora el único que ha hablado. Ahora mismo, si tú te encontraras frente a Mí, que de hecho te encuentras, ¿Qué Me dirías? Tómate todo el tiempo que necesites. DíMelo todo. ¿Qué es lo que tienes para decirMe?

Tal vez no tengas mucho. Dado que has vivido momentos a salvo conMigo, te percatas de que todo el alboroto y el humo se han apaciguado. Se han disipado como vestigios de humo. No puedes atrapar ni al lío ni a la humareda. Hasta quizás ni siquiera existan. Por más que lo intentes, no puedes recordar aquello que te perturbaba, ni tampoco ninguna cosa sobre la Tierra que hubiese podido resultar perturbadora.

Cuando te enfrentas con los momentos Conmigo, tus pensamientos no pueden reunirse. Aferrado al abrazo de Mi amor, tú te despojas de los pensamientos. Solamente estamos tú y Yo, y entre Nosotros hay tanta gloria que no tienes que decir nada. Te quedas sin palabras porque estás más allá de ellas. Estás más allá de tu discurso. Eres un elemento que no necesita del monólogo. ¿Qué es necesario decir, después de todo?

¿Qué sonidos o murmullos pueden llegar a igualar Nuestro amor, o acaso darle importancia?

Cuando no te sientes cercano a Mí, tienes mucho por decir, sobre todo quejas e interminables preguntas, pero cuando te sientes realmente en comunión conMigo, las palabras desaparecen. Cuando estás cerca de Mí, sabes que Yo estoy dentro de ti. Sabes que no nos encontramos en veredas opuestas en absoluto. Sabes que Nosotros somos grandes Amigos quienes nunca se han separado, nunca han podido. La separación fue una especie de sueño embarazoso. La sensación de separación pudo haber sido solamente una especie de juego, que tú iniciaste y que jugaste con todas tus ganas, día y noche. Yo supongo que el juego era Las Escondidas, con la diferencia de que únicamente tú te escondías. Yo no. Yo estaba siempre bien a la vista. Salvo que tú no Me veías.

Ambos nos llamamos mutuamente. A ti te llevó un rato escucharMe, pero Yo te escuché todo el tiempo. Tú estuviste siempre en Mi vista y en Mis brazos. Tú te avergonzaste y jugaste nomás para cumplir con el juego. A veces hasta olvidabas qué o a Quién estabas buscando.

A veces salías de señuelo.

A veces tan solo deambulabas, sin siquiera buscar. No buscabas, no sabías que buscar.

Por supuesto, allí radica la verdad – tú no tienes que buscar nada cuando todo está justo frente a ti. Pero al mismo tiempo tú pensabas que no existía nada por querer, nada por lo que ir detrás.

Entonces deambulabas por la vida, con las manos en los bolsillos, canturreando una triste melodía, sin buscar nada. Descontento. Absolutamente descontento. Te encontrabas sin esperanzas hasta ese momento como bien sabes. Es increíble lo mal informado que un Ser Humano puede llegar a estar.

Pero ahora estás mejor informado. Lo que buscas está a tu alcance. Comienza a levantar la mirada y te percatarás de que todo lo que has buscado ya se encuentra en la palma de tu mano, justo debajo de tus narices, bien en el centro de tu corazón, allí donde siempre el Dios del Amor ha estado.

Sin importar cuán lejos de Mí te hayas sentido, se trató de una fantasía. Lo que a ti te pareció tan real era lo irreal. Y ahora te estás apartando de lo irreal y deslizándote hacia la Verdad. Ahora, cuando levantes la mirada, comenzarás a ver la superficie de la tierra. Comienzas a ver. Tan pronto como veas, comenzarás a conocer lo que ya conocías, pero que no te atrevías a contemplar. ContémplaMe ahora. Yo estoy ante ti.