Un Encuentro de Estrellas
Es como que yo tenía un amor que expresar, y me reía de la alegría. Y luego, como soy el encargado de los efectos visuales, hice esbozos de cómo debería ser Mi amor. Hubo rosas de Mi amor, patos, elefantes, piedras y mares, y estabas tú, las millones de caras que tú tienes. Éste fue un crescendo de amor. Y luego otra descarga de risas, y otra vuelta, y como en un caleidoscopio, las imágenes cambiaron y aparecieron y desaparecieron y giraron juntas en un éxtasis maravilloso de rosas y más rosas y caras y más caras desde otros ángulos. Las rosas se desparramaron en derroche. Los contenidos de Mi corazón se desparramaron por el suelo, y las rosas fueron recogidas por primera vez de la Tierra.
Mi risa fue tan magnífica que surgieron las estrellas, y el cielo de la noche se ubicó en torno de ellas para acolchonarlas. El sol estalló y la modesta luna saltó alrededor del sol, y los planetas se dieron nombres a sí mismos e inventaron historias que eran verdaderas e inventadas a la vez.
¡Qué coreógrafo soy! ¡Qué compositor! ¡Qué navegante! ¡Qué acróbata! ¡Qué saltimbanqui! ¡Qué artista! ¡Qué escritor! La imagen que hice de ti era el amor. Te esculpí y te hice dar vueltas en el torno de alfarero, y fuiste disparado, aterrizando en una parte remota de la Tierra. Te refregaste los ojos, e hiciste una bandera que clavaste en el suelo y dijiste que era tuyo. Sólo reclamabas una pequeña porción como tuya. Podrías haber reclamado toda mi Creación, de proa a popa, de estrella a estrella, de un vuelo de la imaginación a otro. Reclamaste sólo el lugar donde habías aterrizado en lugar de abrirle los brazos a todo.
Luego protestaste porque se te negaba. Desaprendiste la alegría. Te despojaste de ella. Luego elegiste cosas más densas y las colgaste alrededor de tu cuello y las arrastraste contigo por recaudo. Desaprendiste la alegría y aprendiste la posesión. Desaprendiste la alegría y aprendiste el trabajo. Desaprendiste la alegría e hiciste leyes que excluían el recuerdo de la alegría. Te asignaste el dominio sobre otros seres y también los convertiste en propiedad tuya. Te olvidaste de que Yo había bendecido a los animales a tu cuidado, y pensaste que eran ganado.
Te olvidaste también de quién eras. También viste a todos como inferiores. Bajaste la vista. No podías mirar el sol a menos que usaras gafas. Le echaste miradas furtivas a la luna, pero mayormente colgaste luces de menor intensidad y recordaste las miradas. Te olvidaste de la luz del amor, y el amor se volvió sombrío. La lluvia fue oportuna o inoportuna.
Te olvidaste de que caminabas sobre la creación de Dios. La pateaste. Te olvidaste de amarla. Cavaste en ella y le robaste. Preferiste lo dulce. Te olvidaste de la dulzura del amor desde el cual habías volado. Tuviste sueños de la verdad y la llamaste locura.
Te olvidaste de hacer el pino con la Tierra. En su lugar, trabajaste laboriosamente y te caíste. No escuchaste la canción de la Tierra. Había demasiado ruido como para que escucharas. Elegiste el ruido antes que silencio. El silencio se volvió extraño. El ruido se volvió familiar. Y tu corazón lloró por la canción que habías olvidado y aún así, esperabas, se estuviera tocando en alguna tierra lejana. Fuiste de teatro en teatro, buscando la música que añorabas y que, suplicabas, existiera en algún otro lugar. Incluso si no podías escucharla, querías que alguien la escuchara. Querías que eso fuera cierto en algún lugar.
Pediste un encuentro de estrellas, pero en su lugar diste una conferencia. No le permitiste hablar a las estrellas. Era en contra del reglamento. No dejaste que tu corazón votara. Pretendiste que podías contar, y mientras tanto lloraste por una canción recordada muy débilmente que querías que emanara de tu garganta. La retuviste, esperando que alguien cercano a ti la cantara primero. Te olvidaste de que tú debías cantar primero. Pensaste que no sabías cómo cantar. Te olvidaste de que no importaba cuán bien sostenías una melodía. Te olvidaste de que sólo importaba lo que cantabas. Amado, ahora canta una melodía nueva. Deja que provenga de tu garganta. Haz música desde tu garganta, canta Mí canción.
Translated by: Cecilia RPermanent link to this Heavenletter: https://heavenletters.org/un-encuentro-de-estrellas.html - Thank you for including this when publishing this Heavenletter elsewhere.
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