Amado, favorece la idea de anticipar los milagros. ¿Qué existe en lo que no creer en este mundo mortal? ¿Qué no puede hacerse realidad? ¡Piénsalo! Los bebés nacen. La vida sigue adelante. La vida viene y se va. Los pensamientos existen, y los pensamientos viajan, y los nuevos pensamientos reemplazan a los viejos.

Si, ten la certeza de saber que los milagros se hacen realidad.

Al mismo tiempo que los milagros se hacen realidad, los milagros no son para que insistas en ellos como una taza de café en Starbucks. Tu voluntad no ha de mandar a los milagros.

De hecho, es probable que cuando insistas en cuándo y cómo debe aparecer un cierto milagro, puedes evitar que fluya el milagro. Hay algo que se llama esforzarse demasiado. Los milagros crecen como flores. Las flores y los milagros crecen solos. No puedes apresurar un milagro para aparecer. Un milagro llega cuando está bueno y listo.

A ti también te gusta disponer . Ten cuidado con lo que mandas.

Por supuesto, hay Grandes Seres Espirituales que tienen una manera que lleva los milagros a sus dedos o al menos a los pies de alguien. Casi todos los milagros de la vida real aparecen a voluntad propia en su propio tiempo.

¿Cuánto te gusta que te apuren?

Básicamente tienes un ritmo propio y no puedes adaptarte al ritmo de otra persona cómodamente. A cada uno lo suyo.

Tampoco puedes poner a otros en forma. Tampoco te gustan las palabras “¡Date prisa! ¡Date prisa!"

Prefieres escuchar: “Tómate tu tiempo, cariño! Ve a tu propia velocidad!”

Tu propia velocidad es la velocidad que mejor funciona para ti. Hay suficiente tiempo en el mundo para que la ropa que cuelgas en el tendedero se seque.

¿Desde cuándo puedes acelerar al sol que brilla? La vida quiere ir a su propia velocidad. No puedes acelerar el alba. Tiene mérito la idea de que la prisa crea desperdicio. Mejor que me sigas a Mí en vez de que azotes tus propios caballos. La temperatura está ajustada.

¿Cuál es la prisa, Amado?

Apresurándote es como pierdes puntos en tejer. ¿Qué es tan vital en apresurarse? ¿Quién marca el ritmo? ¿Quién sabe el ritmo para establecer?

¿Recuerdas cuando la vida era lenta y fácil? ¿Recuerdas cuando caminabas a todos lados? ¿Recuerdas cuando la prisa no era el Rey? ¿Recuerdas cuando no te engañaron para ordenar muchos tesoros en línea?

Érase una vez, la vida era pan comido, y el tiempo no se dejaba de lado. ¿Recuerdas cuando tenías tiempo de tocar tu pie y nadie tuvo que quedarse sin aliento? Recuerdas cuando vivías la vida un aliento a la vez. ¿Recuerdas cuando hubo suficiente tiempo para todos y para todo, y los veranos fueron lentos y fáciles?

Los milagros todavía te alcanzaban. La noche y el día todavía abundaban. Caminabas un pie tras otro. Todavía llegabas a algún lugar. Sabías todo lo que necesitabas saber.

Marcabas el paso para ti mismo. No siempre chisporroteabas. Pasar tiempo no era siempre el punto culminante del día. Siempre había suficiente tiempo y espacio para vivir la vida. No te quedabas sin tiempo. No resoplabas. El tiempo no siempre gobernaba. El tiempo era cortés. El tiempo era paciente.

La vida era. Fuiste parte de la vida. ¡Protagonizabas la vida! Te columpiabas en las estrellas. Establecías el timbre de tu vida. Cantabas una canción o dos. Dejabas que la vida y todos en la vida fueran. No contabas catástrofes.

Jugabas juegos y amabas la vida como venía. Silbabas mientras trabajabas. La vida era resplandeciente, y te encantaba todo. Siempre había tiempo y espacio más que suficiente. Te remontabas.

Los milagros encajan todo el tiempo.

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