Dios dijo:
Todo lo bueno está llegando a ti. ¿Estás listo para recibirlo? Esta es la pregunta que Yo te hago.
Tú dices: “Por supuesto, Dios, Yo estoy listo para recibirlo. Envíalo”
Aún así, puede que tengas algo de apego a encontrar algo para criticar. Algún apego quizás a sentirte ofendido. Estás tan acostumbrado a que tu vida sea una batalla en todos los frentes. Los puños en tu mente están listos y esperando una pelea. Tienes tus puños arriba. ¿Qué es la tensión que llevas contigo, sino la disposición a luchar? ¿Qué es la tensión, sino eso? ¿Y qué tan buena es para ti esta disposición productora de tensión?
Ten en cuenta la idea de que tú no necesitas defenderte a ti mismo. Deja de lado la necesidad de defender
en la misma forma que dejas de lado la necesidad de ofender. No necesitas ninguna de las dos.
¿Qué tal si pudieras vivir en un mundo amigable que te quiere aquí y que quiere tratarte bien? Si bajaras tus puños, vendrías a ver esto. Deja tus barreras. La tensión no es tu amiga. Tú no necesitas su protección. La tensión no te protege de ninguna manera. Esta te confunde, te pone nervioso. Deja tus armas. La tensión no te está ayudando de todos modos, ¿no es así? No te hace ningún bien. Te mantiene limitado.
Si tú quieres relajarte, deja ir cualquier percepción de la necesidad de estar tenso. Y conocerás la relajación. Toma unas vacaciones de la tensión. Termina con ella. ¿Por qué la mantienes? No seas un acaparador. Deja de lado todo lo que no te sirve a ti o al Reino.
Retírate de la batalla. Declara una tregua. Afloja tu corbata, y afloja tus vasos sanguíneos. Afloja tu Corazón, y has un espacio para el reconocimiento de la verdad que es la paz que supera todo. Ven de la paz, y verás un mundo nuevo, uno en donde tú no tienes que probar tu valentía.
Deja que la vida sea un pedazo de pastel. Como tú mires la vida influye en ella. Deja la tensión y estarás listo para dejar que la alegría tome el control. La tensión es contracción. La alegría es relajación. Tú eliges.
El miedo no te pertenece. Es un parásito. El miedo es un holgazán. Deshazte de él. Simplemente no lo tengas.
El miedo no tiene que hacer su voluntad contigo. Deja prevalecer mi voluntad. El miedo te da golpes inesperados.
El miedo no es confiable. El miedo es como el tipo grande que te intimida, te golpea en los pies y hace que la tierra tiemble debajo de ti. Puedes confiar en que el miedo hace este número en ti. Puedes confiar en el miedo para eso, sin duda.
Es mejor ignorar el miedo que se repite y se repite todavía y, sin embargo siempre encuentra nuevas formas de agitarte. El miedo no es sabio. Es temerario. El miedo se defiende a sí mismo, no a ti. El miedo es un canalla. Envíalo lejos, y te relajarás. Estar libre de miedo es como un tratamiento de spa completo. Tú puedes estar muy bien sin el miedo y sus compañeros la ansiedad y la preocupación. Déjalos ir. Sin ellos, con la ausencia de estas persistentes plagas tú estarás renovado. Podemos llamar a esto la renovación urbana. Bien hecho, mis amigos, bien hecho.
No consideres más la vida como un reto para el que tienes que estar listo.
Piensa en la vida como una piscina de hidromasaje en la cual tú descansas. Descansa sobre tu espalda, o en una canoa. Puedes remar de vez en cuando a gusto y sin embargo estar relajado. ¿Dónde puede arraigarse la desesperación cuando tú vives la vida como está pensada para ser vivida? Tal vez te encontrarás a ti mismo en un jardín, en el Jardín del Edén.
Traducido por: Esmeralda García