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Heavenletter # 3825 – Quédate en Paz

Acercando la Tierra más al Cielo
16 de Mayo, 2011

El CIELO está aquí para alcanzar a cada alma en la Tierra con el propósito de despertar:
* Nuestra conexión con Dios*
* Nuestra confianza en nosotros mismos *
* Nuestro conocimiento de ser merecedores por igual ante los ojos de Dios.*
* Paz en la Tierra*
Dios siempre nos está acercando a Él.

Dios dijo:
Permitan que sea fácil estar en paz y difícil explotar en ira. Ustedes no se convierten en ira. No importa qué tan justificados se sientan, la ira no es para su bien. Cuando están furiosos, no son ustedes mismos, tampoco son un ejemplo para sí mismos o para el mundo.

¿A qué le temen que permiten que la ira obtenga lo mejor de ustedes, que levanten la voz o salten de su asiento, o que echen humo comoquiera que sea?

Si la ira que surge de su interior es demasiado para ustedes, recuerden que mientras estén al calor de la ira, no es momento para discutirlo por la fuerza, ya que no es una discusión en absoluto. Es como un ataque. Sin duda, es un abuso. Cuando se está al calor de la ira, no es momento para aproximarse físicamente a la supuesta causa de su enojo. Si no pueden contenerse a sí mismos, entonces abandonen la sala y den un paseo alrededor de la cuadra. Cuando estén demasiado enfadados, bajo ninguna circunstancia den rienda suelta a su ira. No se preocupen por la represión y todo eso en este momento. Sobre todo, cuando estén demasiado enfadados, es precisamente este momento en el que no deben ventilar su ira.

La ira es la ira y no es nada agradable. Un fósforo encendido enciende a otros fósforos. Independientemente de las circunstancias, no tienen motivo para incitar o encender la ira. Ustedes pueden conservar la medida de su ira para sí mismos sin hacer daño. De lo contrario, la ira aumenta. La ira es incendiaria y podrían quemarse.

Esta es su ira. Nadie más es la causa de ella. Son ustedes quienes se enfadaron, sin importar qué. Sólo ustedes son los responsables de su ira. Son responsables de dominarla. La ira no gobierna sobre ustedes. ¿Acaso tomarían agua hirviendo y la arrojarían sobre todos en la sala? Sin embargo, ustedes toman ira hirviendo y la derraman sobre los corazones y las almas de todos los que están en la sala, los espectadores inocentes, así como sobre los presuntos culpables.

Permítanme decirles algo. La ira, sin importar qué tan justa les parezca, es el ego en su mejor momento. Ustedes están seguros de que esto y lo otro no tenían derecho a decir o hacer lo que dijo o hizo. Quiero asegurarme de que ustedes sepan que no tienen derecho a enfadarse tanto al grado de perder la calma. No tienen derecho. Sentirse furioso es una cosa, arremeter su ira es otro. Incluso con la ira, ustedes pueden conservar su ingenio. La ira no es una excusa para que ustedes produzcan un caos. La ira no es algo de lo cual enorgullecerse.

¿A qué le temen tanto que deben demostrar a todos qué tan enfadados están? ¿Qué ocurriría si ustedes no tuvieran que reaccionar con ira? ¿La ira los hace parecer grandes o pequeños? ¿Qué ganarían ustedes o los demás si no perdieran los estribos?

No crean que ustedes son tímidos al silenciar su ira. No crean que están haciendo un favor al mantener en suspenso lo lívidos que ustedes se sienten. Refrenar su ira es ser responsable y requiere de gran fuerza conservar su ira dentro de los límites. El mundo no necesita saber qué tan enfadados están en este momento. Den paz al mundo.

Y si ustedes realmente tienen que expresar su lamentable ira, entonces háganlo en privado con la persona que sientan fue la causante de ella. No revelen su ira frente al público. Ustedes son los únicos que pagarán por ella y pagan un precio muy alto. Cuando expresan su ira en grupo, todos tienen que pagar por el alarde de su ira.

Esta Carta del Cielo es para ustedes, si son de los que permiten que su ira obtenga lo mejor de ustedes. Si ya son de los que conservan su ira dentro de los límites, les felicito.

Traducción: Lourdes Méndez