Mis amados, ustedes son para Mi con un arcoiris en el cielo. Ustedes son como una bella promesa que se presenta ante Mí. Ustedes son Mi obsequio que Yo me doy. Si el tiempo existiera, ustedes son Mi pasado, presente y futuro. Ustedes son Mi mundo y toda Mi fe puesta en él. Ustedes son las bendiciones que Yo me envío.

Si para Mi fuera posible estar solo, Yo estaría solo sin ustedes. Claro que ustedes son una parte integral de Mi plenitud, así que todo lo que conozco es la Totalidad. Ustedes son los que no lo saben. Yo lo sé y eso está bien. Mientras tanto, ustedes comienzan a darse cuenta de lo que ustedes y Yo somos.

Ustedes hacen grandes descubrimientos. Si existen cien escalones, ustedes casi están en la cima. Esta no es una subida difícil. Este es un camino fácil, pues Ambos estamos juntos en él. Nosotros salimos a la superficie y Nos sumergimos en lo profundo. Nosotros saltamos alto y flotamos. Todo es bueno. Es Nuestra vida juntos, jamás separados.

En un sentido, no importa lo que resulte. En un sentido, no importa quienes aparenten ser, o hasta quienes piensen que son. Lo que importa es lo que Seamos. Somos efectivamente la continuación de ese arcoiris en lo alto del cielo. Somos raudales de capas de luz. Somos un rayo curveado. No existen bordes externos, aunque de vez en cuando ustedes lo crean.
Yo sé que la presencia circundante del amor está completa, rodeada, duradera. El amor es duradero. Eso significa que ustedes lo son. En realidad, no hay aguja qué enhebrar. Sólo hay Unidad a pasos agigantados, como si estuviera costurándose a sí misma.

Nadie está fuera de este vasto círculo de Unidad. Nadie. Así es como no hay nadie que sea menos. Así es como no hay otro. La luz es luz dondequiera que brille. La luz es luz como quiera que se le llame. No se puede engañar a la luz. Los rayos radiantes provienen de un solo Sol. Parecería que los rayos se apartan, pero nunca pueden hacerlo. La luz no se separa a sí misma. Se une y se impone. La Unidad baila una danza llena de rayos de amor.
El amor puede disfrazarse, pero nunca Me engaña. Tampoco a ustedes.

No es suficiente decir que a dondequiera que vayan, hasta en sus pensamientos, no importa a qué tierras lejanas, a qué esfera, a qué estrella, a qué sol, a qué luna, a qué rama, a qué santo, a qué merodeador, son ustedes quienes se encuentran. Siempre están mirando a un espejo de ustedes mismos. Son ustedes quienes perciben lo que ven.

Uno ve a un ángel, uno ve a un extraño, uno ve a un santo, uno ve miseria. En cada caso, uno es el que ve y se ve a sí mismo en una forma ilusoria u otra. Uno baila frente a sí mismo. Uno toca la flauta. Uno sopla en el junco de la vida y crea su propia música.