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HEAVEN #1958 Lo Que Su Corazón Sabe Ser La Verdad

DIOS Dijo:

En nombre del amor, tú prestas un servicio a la humanidad y al mundo. En nombre del amor, sientes gratitud por la bendición que se te concede para ofrecer un servicio. No se trata de sentirse orgulloso por prestar un servicio sino de ser agradecido. Recibes gratitud cuando te inclinas a cortar una flor que te hace señas desde el jardín. Recibes las gracias por inclinarte. La flor te concede una bendición cuando te inclinas ante ella para tomarla y concedes una bendición a la flor al recogerla. La mutualidad es admirable.

Es así, Amados, que cualquier servicio ofrecido por ustedes con deleite, es una bendición concedida a ustedes. Han llegado hasta este punto con el fin de aceptar la bendición que les fue otorgada, y su corazón se siente agradecido por tocar la Tierra de este modo respetuoso. Cuando se arrodillan para lustrar los zapatos de alguien más, ustedes Me sirven desde lo más alto. ¿Acaso no saben que su servicio al universo es una plegaria? Y que ésta sea vuestra verdadera plegaria:

“Permíteme Servirte, Oh Dios. Permíteme servirte en cualquier forma que me sea permitida. Gracias por bendecirme mediante la opción de servir. Gracias por darme libre albedrío y que pueda servirte a través de otro y por decisión propia.
Gracias por permitirme levantar mi cabeza de modo que pueda ver las rosas que por Tu Voluntad has esparcido ante mí.

“Gracias por darme ojos para ver y corazones a ser colmados. Gracias por darme una espalda con la cual doblarme y un corazón para ofrecer. Gracias por la moneda puesta en mi cartera y porque mis dedos puedan proferir ayuda al otro. Gracias por sacudirme y darme vueltas y vueltas de modo que pueda ver a Tus hijos como Uno solo y que pueda reconocer que ellos son Tú Mismo, todos entretejidos bajo el manto de una apariencia y que también Yo Soy Tú, bajo el manto de una apariencia que me ha preservado de ese dulce conocimiento sin importar con cuanta frecuencia pueda reflejarme en el espejo de Tu bendita creación.

“Sin importar cuán poco pueda abarcar el concepto de Yo Soy Tú, y mi forma de servir a quien el mundo pudiese definir como la más inferior de las criaturas, Yo soy servido y soy Yo quien me sirvo a mí mismo. Cuando todo está dicho y hecho, Amado Dios, ¿qué me queda por saber que no sea la Unicidad de la Unicidad, no Tu Unicidad o la mía, sino la Unicidad original antes de que hubiese una distinción llamada Tú y yo?”

Amados. Esa es vuestra plegaria. Eso es lo que tu corazón sabe que es Cierto. No es que tu corazón conozca la Verdad con convicción puesto que la sabiduría del corazón se extiende más allá de la convicción. Tu corazón sabe más allá de las conjeturas y más allá de las pruebas. La Unicidad se queda en otra arena para siempre. El corazón existe por la realización de la Unicidad, puesto que en la Unicidad no existes tú o existo Yo. Cuando se conoce la Unicidad, Cuando se conoce la Realidad, no queda espacio para los conceptos. La realidad no es un concepto. La realización no proviene de un pensamiento tuyo sobre el que te lanzas. No es un pensamiento en absoluto. La realidad es otro reino más allá del pensamiento.

Sin embargo, la próxima vez que prestes un pequeño servicio, pregúntate humildemente: ¿Quién es el que presta el servicio y a Quién es ofrecido?

Traducido por: Gloria Helena Restrepo C.